Valentino o la Alta Costura como sinónimo de inclusión

En el marco de esta última edición de la Semana de la Alta Costura de París, edición cuyas celebraciones tocaban ayer a su fin con la última jornada de desfiles de su calendario oficial, la casa de moda italiana Valentino, una de las firmas que participan de este evento en calidad de casa “corresponsal” de los valores de la Alta Costura que se encargan de defender desde la Fédération de la Haute Couture et de la Mode francesa (FHCM), presentaba este pasado miércoles su colección para la próxima temporada Primavera/Verano de 2022. Propuesta que daba a conocer a lo largo de un bellísimo desfile organizado en el interior de la sede de la casa italiana en el número 8 de la Place Vendôme de París.

Diseñada una vez más por el diseñador italiano Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino desde 2008, bajo el epígrafe de “Anatomy of Couture”, la colección se mostraba como una alegoría de los principios canónicos de la belleza, en una acción con la que el diseñador no dudaba en entrar a transgredirlos y recontextualizarlos, con la clara intención de lanzar un mensaje a favor de la inclusión como nuevo canon que debe pasar, si es que no lo ha hecho ya, a imperar dentro del mundo de la moda. Una poderosísima acción así pues a favor de la inclusión, en una declaración de intenciones venida desde uno de los ámbitos de la cultura, como es el de la moda, al que más se le ha acusado de imponer a lo largo de su tradición unos principios extremadamente idealizados de belleza y de cuerpo, ya no solamente imposibles de alcanzar por el común de los mortales, sino igualmente responsables de generar un permanente rechazo, con sus ansiedades y desequilibrios, hacia la belleza natural del cuerpo, en sus distintas etapas, inclinaciones y matices.

“El cuerpo, y particularmente el de la mujer, es tanto una realidad como una construcción cultural, cuyos cánones de belleza cambien con el tiempo, imponiendo ahora una tensa verticalidad, ahora una suave horizontalidad” y/o “celebrando ciertas partes de la anatomía sobre otras” con el pasar de las épocas, entran a explicar desde Valentino. Dentro de la Alta Costura, añade, “esta pulsión hacia la idealización se materializa en el cuerpo de las modelos de la casa, sobre los que todo se diseña y se construye, volviendo realidad aquello que no deja de ser una abstracción”. Un ejercicio así pues de sumo valor a la hora de construir esos modelos canónicos de belleza, que ahora Piccioli ha terminado por abrirse a derribar con esta última colección.

Una colección inclusiva en cuanto a cuerpos, géneros, edades y razas

Armándose así pues de un ejercito de modelos de lo más heterogéneo, Piccioli se ha lanzado a repensar los cánones de la belleza, para presentarnos una nueva norma idealizada sobre un firme valor a favor de la inclusión. Principio sobre el que ha pasado a construir esta colección, como ideal de un nuevo modelo y una nueva estructura social en la que la belleza es plenamente inclusiva y no entiende de géneros, razas, orientaciones sexuales ni de edades.

Valiéndose de un plantel de lo más diverso, el diseñador ha pasado a revertir el proceso de creación habitual de una colección de Alta Costura, no siendo las ni los modelos los que han sido escogidos para portar las creaciones, sino construyendo estas sobre las propias y dispares líneas corporales de cada uno de ellos. Un ejercicio que no obstante no hace más que destacar el alto valor natural de una Alta Costura, que si por algo se caracteriza es precisamente por ser extremadamente exclusiva, como autora de unas obras de arte construidas a base de telas y fruncidos con la capacidad de adaptarse como un guante a las formas de cada uno de aquellos, afortunados, que las solicita. Un público que, más allá del valor adquisitivo que puedan contar a la hora de hacerse con una de estas prendas, queda democratizado en cuanto a su tipo de cuerpo, género y raza a través de esta acción del diseñador romano.

“Impulsado por la urgencia de repensar los rituales y procesos de la costura para crear un canon capaz de reflejar la riqueza y la diversidad del mundo contemporáneo, y promover un idea de belleza que no entienda de absolutos”, Pierpaolo Piccioli, explican desde la casa de modas italiana, ha imaginado una colección que nace “no de un modelo único e idealizado, sino de una variedad de mujeres con diferentes estructuras corporales y edades”. Una propuesta que se presenta como una sinfonía de diferentes “tipos de cuerpos”.

El cuerpo como principio y final

Partiendo de esta poética a favor de la inclusión, Piccioli ha compuesto una amplísima y variadísima colección, en la que no faltan las muestras de tallas XXL ni las prendas de corte genderless. Destacándose de entre todas ellas desde la amplia variedad de vestidos de noche, a conjuntos de pantalón y chaqueta o unos elegantísimos abrigos, piezas todas ellas a cuyas formas, perfectamente construidas, el diseñador no dudó de dotar de una marcada contemporaneidad, a base de transparencias, vertiginosos escotes, bordados, fruncidos, incrustaciones de plumas, aberturas o detalles en brillantes piezas de strass.

“El cuerpo es el punto inicial y final de todo el proceso”, sintetizan desde Valentino. “Los códigos” de la casa, añaden, “se revisitan en un diálogo que no se muestra como una fragmentación, sino como una propuesta coherentes expresada a través de diferentes encuadres corporales”. “Alterando el proceso, pero manteniendo intacta la búsqueda de la belleza y de la gracia, se firma un noble gesto de ruptura, de poética apertura, que dignifica al individuo reemplazando la realidad inclusiva a la abstracción exclusiva” de los cánones del pasado.