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Juanjo Oliva: “Es mentira, las grandes marcas no son exclusivas ni sostenibles”

Por Jaime Martinez

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Moda |ENTREVISTA

Su nombre es sinónimo de la mejor moda española. Una posición que ha sabido ganarse con el esfuerzo de décadas de trabajo y dedicación. Pero a pesar de su dilatada, y consolidada, trayectoria profesional, al diseñador Juanjo Oliva todavía le quedan nuevos capítulos por escribir. ¿El último? Sumarse como novedad a la tercera edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Ibiza, que se celebraba ayer mismo en la isla con un espectacular evento colmado de desfiles y actuaciones musicales en vivo. Desde FashionUnited hemos tenido el gran placer de entrevistar al diseñador tan solo unas horas antes de que presentase su última colección.

¿Cómo es la colección que vas a presentar en esta tercera edición de la Mercedes-Benz Fashion Week Ibiza?

Para esta colección “resort” nos hemos enfocado en buscar un fuerte equilibrio entre costura y creatividad. Entre lo que debe ser una buena prenda, y todas las sensaciones de contraste que nos genera la propia isla. Un lugar al que llevo viniendo más de 20 años, y en el que puedes estar tranquilo o puedes volverte loco. En el que puedes ser sofisticado, pero también hippy. Y todos esos contrastes son los que vamos a poder ver, de una manera muy sutil eso sí, en esta colección.

¿Una colección rompedora, o en la que has sabido mantener tus señas de identidad?

Desde que lanzamos el proyecto de “Oliva”, ya sin el “Juanjo” delante, es verdad que todas las colecciones que hemos venido desarrollando tienen unas líneas maestras que siempre perseguimos y que nos gusta subrayar. Conceptos de marca que queremos seguir trabajando temporada tras temporada, viendo eso sí la manera de adaptarlos y de hacerlos evolucionar. En ese sentido en la colección seguimos trabajando temas como la sostenibilidad, y a pesar de desarrollarse bajo ese concepto de “resort”, es muy atemporal. Básicamente porque yo no creo en ese concepto, ni mucho menos he querido desarrollar una colección más comercial pensada exclusivamente para esta época del año. Más bien me he centrado en plantearla para un contexto diferente, vinculado a las vacaciones y al estar disfrutando de un ambiente más relajado. Circunstancias que pueden darse a lo largo de todo el año, porque la gente actualmente se va de vacaciones cuando le da la gana, y no solo en verano.

Este año eres precisamente una de las novedades del certamen. ¿Por qué has decidido sumarte ahora?

Es un proyecto que siempre me ha interesado, pero en el que no habíamos tenido la oportunidad de participar porque estos dos últimos años han sido para nosotros muy intensos y de mucho trabajo. La pasarela viene muy avalada por Charo Izquierdo, su actual directora, por todo el equipo de Mercedes-Benz Fashion Week, y sobre todo por los compañeros que ya participan, que solo cuentan maravillas. Así que realmente estoy encantado de poder participar, y muy expectante.

¿De qué manera crees que tanto tú como tu marca saldréis reforzados tras participar en esta edición de la MBFW Ibiza?

No sé si saldré reforzado o no, pero creo que es una magnífica oportunidad para mostrar nuestro trabajo. Y eso al final ya constituye un refuerzo en sí. Pienso además que es bueno para la marca aprovechar oportunidades como esta para mostrarse y para recordarle al público que estamos aquí. Eso es algo que hacen las grandes marcas constantemente y a todas horas. A mí eso se me hace un poco pesado… (risas), y no tenemos pensado llegar a esos niveles. Pero es verdad que vivimos un momento en el que el mundo de la moda parece haberse sumido en esa especie de desquicie, en el que se deben hacer tantas presentaciones y tantos desfiles como te puedas permitir.

Sí, porque si hace unos años todos los esfuerzos parecían encaminados a derrumbar el concepto de “temporada”, en la práctica no solo no se ha eliminado, sino que se ha multiplicado a través de la aparición de las “mid-season” y las temporadas crucero

Sí, y básicamente a mí no me interesa nada la temporalidad. Creo que es algo que las grandes marcas necesitan para actualizar sus boutiques y llenar sus estanterías. Pero en el fondo el público no necesita tantas temporadas, y por eso nuestros esfuerzos no van en esa dirección. Nosotros nos enfocamos eso sí en mejorar nuestra estrategia de comunicación, en emprender colaboraciones con otras marcas o, en este caso, en lanzar una colección que podemos etiquetar como “crucero”, pero que es completamente atemporal.

No son pocos los que califican a esta temporada estival a la que se dirigen esta clase de colecciones como la más “antiestética”. ¿Tan difícil es mantener la compostura cuando llega el calor?

Eso podríamos haberlo dicho hace unos años, pero yo creo que ahora la gente está estupenda cuando va a la playa (risas). Pero siéndote sincero, a mí las colecciones de invierno siempre me han gustado más. Porque hay un catálogo mucho más amplio de tejidos y también en cuanto al desarrollo que conllevan las prendas. Y también es verdad que el verano, con todo el calor, invita a ir un poco más de trapillo (risas).

Dices que prefieres diseñar las de invierno, ¿pero qué colección tiene más peso actualmente dentro de tu firma? ¿invierno o verano?

En mi caso lo que ocurre es que no existe tanta diferencia entre ambas. En las de invierno sí que incluyo abrigos y piezas de punto, con colaboraciones como las de “We Are Knitters”, pero somos una marca muy nicho con un gran peso en vestidos de noche y para eventos. Y al final no hay una gran diferencia entre los vestidos de noche de primavera-verano y los de otoño-invierno. Con todo y con eso, y aunque me gustan más las de invierno, se venden más las colecciones de verano. Es otra de las maneras que tiene la vida de recordarte que tú no tienes el control de todo.

El año pasado presentaste en Madrid una colección sostenible fabricada en colaboración con Ecoembes. ¿Qué opinas de que la sostenibilidad se haya convertido en estos últimos años en uno de los factores más demandados entre los consumidores de moda? ¿Crees que existe una concienciación real, o que solamente estamos ante la última “moda”?

Me gustaría pensar que esa concienciación existe, que es real, y que estamos ayudando a construirla y a que se sostenga en el tiempo. Pero solo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor para descubrir que todavía nos queda mucho por hacer. Mientras la gente siga consumiendo toneladas ingentes de plástico y continué siendo bastante poco “cívica” en las medidas que emplea para su limpieza y su reciclaje, pues no sé hasta qué punto podremos decir que existe realmente esa concienciación en cuanto a sostenibilidad.

¿Y en cuanto a las empresas de moda?

En ese aspecto sí me parece importante que las empresas de moda deban adquirir esa responsabilidad que tienen con la contaminación que generan. Sobre todo las grandes, que al final son las que más contaminan, y que con esos niveles de producción que tienen deberían estar más preocupadas en su responsabilidad corporativa. Hay ciertas cosas que no pueden continuar así, y me imagino que a base de mucho machacar iremos avanzando poquito a poco. Principalmente, porque existe un nuevo consumidor de menos de 20 años que ya le ha visto las orejas al lobo, y que viene con una perspectiva mucho más radical en cuando a sus hábitos de consumo. Que está mucho más pendiente de qué es lo que compra y lo que consume. Frente a ellos, hay otra generación de entre 30 y 50 años, entre la que me incluyo, que está un poco más perdida. Gente que todavía no se ha puesto las pilas, y que por ejemplo nunca se ha planteado ni dónde ni cómo se fabrican las camisetas que compra, o por qué cuestan menos que un café.

Como marca, ¿de qué manera continuáis avanzando en ese camino hacia la sostenibilidad?

Nosotros continuamos con esa tendencia que abrimos cuando comenzamos a colaborar con Ecoembes, y básicamente intentamos implementar cualquier medida que esté en línea con ese concepto de sostenibilidad, y que es mucho más amplio de lo que se cree. Incorporando desde tejidos reciclados, a medios de fabricación artesanales y apostando por la calidad de las prendas. Porque al final la calidad debería ser el primer concepto sostenible que debería perseguirse, entre otras razones porque ya es sostenible en sí mismo. La calidad entraña durabilidad, y cuando fabricas ropa de más calidad y que dura más, estás contribuyendo a que se fabrique menos y a no contaminar el planeta con todas esas toneladas de ropa que usamos y rápidamente desechamos, o que almacenamos y no utilizamos.

Esa exigencia cada vez mayor de los consumidores de moda por prendas sostenibles, ¿está favoreciendo o perjudicando a los diseñadores independientes?

Sin duda les favorece. Lo único que tenemos en contra los pequeños diseñadores en ese sentido, es que nos es muy difícil tener acceso a toda esa clase de tejidos sostenibles. Pero no por el precio, sino por el metraje. Detrás de estos materiales hay mucha investigación y mucho copyright que hace que los fabricantes te exijan comprar muchísimos metros. ¿Y qué haces con 1.000 metros cuando no tienes una tirada de prendas ni una difusión tan amplia? Eso es lo que aleja al pequeño diseñador. Pero lo que no logro entender es cómo las grandes marcas y los grandes fabricantes no los compran más, porque no son tan caros.

¿Y qué puede hacer el pequeño diseñador entonces para suplir el acceso a esa clase de materiales?

El pequeño diseñador puede hacer un montón de cosas, que no tienen por qué pasar por la utilización de tejidos tecnológicos o como el PET. Puede apostar por emplear tejidos naturales o por volver a procesos de fabricación artesanales que apenas contaminan. Porque coser a mano contamina muy poco, al igual que bordar. Y aportan muchísima calidad. Los diseñadores al final, como creativos que somos, debemos serlo también en cuanto a la búsqueda de nuevos materiales y técnicas.

Muchos diseñadores apostaron precisamente por la sostenibilidad y el reciclaje como sellos distintivos de sus diseños. ¿Qué pueden hacer cuando esos conceptos comienzan a incorporarlos los grandes fabricantes y grupos como H&M? ¿Sus creaciones pierden acaso parte de esa exclusividad?

Una de las cosas que más rabia me da de las que ocurren en torno a la industria de la moda, es que nos lo creemos todo. Yo creo que los únicos que lo superar son los políticos. Porque pueden decir lo que quieran, pero es mentira, las grandes marcas no son exclusivas ni sostenibles. La exclusividad es un concepto que depende no de lo que diga una etiqueta, sino de factores como la accesibilidad, el precio o lo única y excepcional que resulte la pieza. Entonces dime, ¿qué exclusividad puede tener una colección de Giambattista Valli para H&M? Pues ninguna.

Y en cuanto a sostenibilidad lo mismo. Porque H&M tiene de sostenible lo que yo pueda tener de astronauta. Al final si tú vas a una de estas grandes empresas, que producen a nivel mundial, y encuentras una etiqueta en la que te cuentan que durante dos semanas al año van a lanzar una colección sostenible, ¿qué tiene en realidad eso de sostenible? Pues exactamente lo mismo que de exclusivo. Nada. Pero como nos lo dicen, parece que tenemos que creérnoslo a pies juntillas.

Eso es algo que también podríamos extrapolar al concepto del “lujo”.

Así es. De hecho esa es otra de las grandes mentiras de la moda. Ahora mismo puedes encontrar mucho prêt-à-porter de firmas de “lujo” italianas o francesas, que están peor confeccionadas que las prendas de cualquier pequeño diseñador. Y además en unos tejidos que en absoluto se justifican con el precio. Al final el “lujo”, como concepto, tiene que ver con el criterio. Y para poder entender de lo primero, debes tener lo segundo. Pero también resulta que sin criterio es imposible tener gusto. Y aquí es donde empiezan a surgir una serie de tensiones frente a las que al final el consumidor se siente muy vulnerable.

¿Se termina generando una especie de proceso de reafirmación externo?

La marca es una marca, la propia palabra lo dice. Te marca, te posiciona, y no tienes que dar más explicaciones. Básicamente porque la gente dará por hecho que si llevas determinado anagrama será porque tienes dinero o éxito. Y no siempre es así. Pero aunque lo sea, ¿eso es lo que te apetece transmitir de ti? ¿Eso es por lo que quieres que se te valore?

No son pocas las quejas que comienzan a alzarse precisamente contra esas grandes marcas que están convirtiendo las principales calles comerciales en copias exactas las unas de las otras. ¿Existía más competencia antes que ahora?

Sin duda. De todas maneras creo que todo es muy cíclico, y que la gente ya ha empezado a darse cuenta de que existen las mismas tiendas en Praga que en Tokio o en Nueva York. Y esa identidad global que hace unos años era un concepto que reafirmaba muchísimo a las marcas, ha pasado a ser una cosa super aburrida que está haciendo que, vayamos donde vayamos, terminemos comiendo en los mismos restaurantes, nos ofrezcan el mismo perfume y que todas las tiendas sean iguales. Pero no durará mucho más. Es algo que empiezo a sentir en las ciudades por las que suelo moverme, y en las que ya han comenzado a surgir recorridos de compras alternativos en los que se defienden otro tipo de productos. Con tiendas más preocupadas en tener una buena selección de marcas, que en vender la misma que puedes encontrar hasta la saciedad en cualquier gran almacén. Por eso pienso que ahora comienza una nueva etapa que será muy buena para el pequeño diseñador y para la pequeña empresa. Porque el nuevo consumidor ya no va a querer lo mismo que tienen los demás.

¿Y cuáles crees que serán esos nuevos retos a los que deberán hacer frente los diseñadores y el sector de la moda?

El más importante, que el público no se vaya. Que no pierda el interés por la moda. Porque tengo la sensación de que la moda está pasada de moda. Y eso es terrible. Esa clase de desafección conlleva que la gente esté más interesada en poner su presupuesto en viajar, en ir a un festival, en tatuarse, en cortarse el pelo, en ir al gimnasio… El diseñador deberá luchar por revertir eso y por lograr hacerse nuevamente necesario. Y hablo de una necesidad real alejada de las redes sociales. Debemos hacer que la gente disfrute del producto y no lo deje de lado. Volver a interesar, ese es sin duda el gran reto de la moda.

Hemos tratado mucho de sostenibilidad, pero al hablar hoy de moda es inevitable hacerlo también de factores como la digitalización, las colaboraciones entre marcas o de la figura de los influencers.

De los cuatro factores que señalas, las colaboraciones entre marcas creo es un aspecto en el que nosotros hemos sabido posicionarnos muy bien. En este desfile de Ibiza sin ir más lejos vamos a presentar nuestra nueva colaboración con Birkenstock, continuamos trabajando con Multiópticas para nuestra colección de gafas, y hemos hecho colaboraciones con firmas como Dr. Martens, por ejemplo. Reconozco en ese aspecto que nos hemos sabido mover muy bien, y también que todas las marcas con las que he querido colaborar nos han abierto sus puertas.

¿Alguna otra colaboración en la que estés trabajando?

Ahora mismo estamos trabajando con Samsung para la próxima edición de la pasarela en Madrid. Consideramos que el soporte digital es importantísimo, aunque precisamente en el tema online es verdad que voy un poco rezagado. Pero veo que las cosas están cambiando de una manera muy rápida, y que todo lo que tienen que ver con los procesos de compra online ha evolucionado mucho. Ahora todo me convence más, y creo que hice bien en no apresurarme en ese aspecto, que por otro lado ya se ha convertido en una parte fundamental para el futuro de cualquier marca. Es sencillamente una nueva manera de comprar.

¿Y sobre los influencers?

En eso si te digo la verdad voy un poco perdido… (risas) Y tampoco sé hasta qué punto llegan a tener una vinculación directa con el volumen de ventas, aunque parece ser que es así. Al final es una nueva figura que ha surgido, y que tampoco tengo muy claro cuánto tiempo durará o cómo evolucionará. No deja de sorprenderme que debería ser una profesión con una base cultural increíble, pero que sin embargo ha resultado en un asunto bastante frívolo. El concepto actual que hay sobre el influencer es el de alguien que lleva una vida fácil, que tiene la posibilidad de viajar, de ir a fiestas, a desfiles, a conciertos… en definitiva, alguien cuya vida es enteramente ocio. Y creo que debería ser otra cosa. Darse como resultado del éxito que hubieras tenido en el desarrollo de tu carrera profesional, y como la manera en la que pudieran compartirse todas esas experiencias de una manera positiva con los demás. Pero no así, sin un oficio ni un beneficio… aunque bueno beneficio sí tiene (risas). Entendería que alguien quisiera pasárselo como un influencer, pero que fuera otra cosa.

Después de desembarcar en la MBFW Ibiza, ¿qué nuevos retos te esperan en los próximos años?

Me apetece mucho presentar mis trabajos en otros contextos, otras ciudades y a través de otras plataformas, sobre todo a nivel internacional. Al final Madrid ha sido una ciudad muy importante en mi vida, pero objetivamente no es el mejor punto de partida para desarrollar un negocio de moda. Yo he sido un afortunado en ese sentido por haber podido dedicarme a lo que me gusta durante 28 años, y por poder hacerlo además a través de mi propia marca. Pero me apetece mucho dar ese salto y poder llegar a otro tipo de gente, entablar nuevas colaboraciones y, en definitiva, conectar con otra clase de público completamente diferente.

Photo Credits: Cortesía de Mercedes-Benz Fashion Week Ibiza.

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Juanjo Oliva
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