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China y sostenibilidad, ¿un futuro esperanzador?

Por Alicia Carrasco Rozas

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Moda

No hay duda de que el mundo de la moda está cambiando y con él la constante demanda, por parte de un grupo cada vez mayor de consumidores, de sostenibilidad en todos los aspectos que la conciernen: cadenas de producción, packaging, fibras textiles, residuos y mucho más. Sin ir más lejos, este año hemos asistido a importantes declaraciones por parte de grandes marcas como Gucci, Versace, Armani y Tom Ford convirtiéndose a partir de ahora en firmas libres de pieles de animales; marcas como Stella McCartney y Vivienne Westwood están más que nunca comprometidas con la moda ética y las grandes firmas retail de fast fashion como Inditex, Primark o H&M buscan cambiar su metodología de trabajo a una más sostenible. Todos ellos, si bien se pueden ver como pequeños pasos en pro de un cambio en una industria que mucho tiene que mejorar para llegar a ser plenamente sostenible, no dejan de ser significativos en cuanto a una evidente evolución en la sociedad que poco a poco va reclamando más y más saber qué hay detrás de las prendas que consume.

En este sentido, al mismo tiempo que la sostenibilidad se abre paso, cada vez más surgen cifras preocupantes que empujan a la sociedad a continuar exigiendo nuevos y mejores productos. Organizaciones como Fashion Revolution, Clean Clothes Campaign o Redress entre otros, buscan como asesorar marcas y productores para cambiar el panorama. Uno de los principales problemas encontrados es la producción asiática; una de las más grandes del mundo junto a la producción proveniente de la India. Y es que, las maquilas de producción ubicadas en estos lugares tienen algo en común: el bajo coste de las prendas.

El lado oscuro del gigante asiático

China es uno de los mayores productores del mundo. Según el portal de Not Just a Label, el país asiático tiene dieciséis de las veinte ciudades más contaminadas del mundo. Green Initiatives describe a China como el productor del cincuenta y tres por ciento de los desperdicios textiles del mundo. A pesar que la economía de China es una de las más prósperas, esta le está costando el agua potable a miles de personas debido a los químicos utilizados para teñir los diferentes textiles. No solo contaminan el agua, sino que también contaminan los suelos y emiten gases dañinos para la salud.

A pesar de todo, de los daños e implicaciones, hasta mayo de 2017 China seguía produciendo tres billones de toneladas de textil por año. Múltiples compañías siguen priorizando bajar los costes de producción para obtener más producto y aumentar sus ganancias. Sin embargo, después de una terrible temporada de contaminación en el año 2012, el gobierno chino decidió tomar las cartas en el asunto acerca de la sostenibilidad. Así, el gobierno espera para 2020 reciclar 4.5 millones de toneladas de textil producido. Organizaciones como Greenpeace a través de su campaña Detox han logrado que se reduzca la utilización de químicos dañinos, mostrando a las compañías lo que ellas están causando con estos desechos tóxicos.

Según Not Just a Label, desde 2014 un aproximado de 15,000 fábricas han reportado sus emisiones de gases tóxicos y químicos en agua y además se ha evaluado y puesto en marcha un plan en pro de la economía circular que busca mejorar tecnologías para mejor desempeño y menor desperdicio.

Iniciativas para el cambio

No solo el gobierno se preocupa por fomentar la sostenibilidad dentro de la industria china. Una de las organizaciones más involucradas en el campo es Redress, que lleva casi once años trabajando en el medio desde la ciudad de Hong Kong. El proyecto es el creador de la plataforma EcoChic Design Award donde participan jóvenes diseñadores de Asia, Europa o Estados Unidos para que puedan aprender nuevas técnicas que contribuyan a la sostenibilidad a través de el zero waste, la reconstrucción de prendas y el reciclaje de las mismas. Los resultados se muestran en la Hong Kong Fashion Week y buscan generar impacto en el público chino. Según Christina Dean, fundadora de Redress, las clases medias altas del país asiático serán las siguientes en crecer y se interesarán más por la moda sostenible."Si observamos lo que gastan las clases medias altas y lo que planean gastar, ya identifican la sostenibilidad como una de las razones clave por las que compran ropa” expresó Dean en un artículo de South China Morning Post.

Por otro lado, otras fábricas y empresas comienzan a hacer cambios significativos en sus producciones. Esquel Group por ejemplo, una de las marcas que se encarga de elaborar prendas para Tommy Hilfiger, Nike y Ralph Lauren ha construido la planta más grande de tratamiento de aguas en China. Zhongshan Yida Apparel Factory (Levi, H&M, Gap) produce jeans de denim más sostenible, con algodón responsable.

Los nuevos diseñadores también tienen algo que aportar al panorama. Ahora las marcas como Reclothing Bank o BYT consideran que la sostenibilidad debe iniciarse ya en la propia cadena de producción y finalizar con la reutilización de los desechos, en un círculo que evite desperdicios temporada tras temporada. Por su parte, poco a poco el consumidor chino está comenzando a entender los problemas que ocasionan ciertas formas de consumo. Según un estudio de la China Chain Store and Franchise Association, el 70 por ciento de los encuestados ya asocian que su consumo tiene repercusiones en el medio ambiente. Sin embargo, esto no asegura a primera vista un cambio permanente en la manera en que se consume y se exige moda sostenible.

El reto: Lograr el cambio de mentalidad en el consumidor

Según una entrevista a Shaway Yeh de Modern Media Group realizada por Business of Fashion, la mayor parte de los consumidores chinos no hablan de sostenibilidad porque simplemente no les interesa. Sin embargo, esto depende de la falta de promoción del tema y de la educación que la sociedad reciba del mismo. Los consumidores tienen el poder de decidir si una prenda vale o no la pena seguir usándose después de una temporada y esto se debe principalmente a la calidad de la ropa después de algún tiempo. Tal y como explicó en una entrevista la diseñadora australiana Zuhal Kuvan-Mills: “Si la ropa se puede comprar al precio de un chicle, las personas le darán el valor de un chicle y la desecharán pronto. Queremos hacer de la moda un arte porque así, producida en masa, no sobrevivirá”.

Por su parte, Redress asegura que el consumidor chino prefiere calidad más que cantidad y esa podría ser la clave para llegar a generalizar el consumo de moda sostenible. El consumidor chino no quiere ver la sostenibilidad como una ‘colección especial’. Quiere ver en todas sus prendas una certificación de moda ética, según Hanna Hallin, directora de sostenibilidad de H&M en China para Business of Fashion.

Finalmente, eventos como Hong Kong Fashion Week y Shangai Fashion Week (SFW) están convirtiéndose en las plataformas de visibilización de moda sostenible. Solo en 2017 participaron en SFW marcas como Ffixxed Studios, ganadora del Asian Sustainable Fashion Award de 2015 y Green Code, un showroom en el que participan varias marcas enfocadas en el zero waste.

Aún queda un largo camino por recorrer, pero es cierto que poco a poco se están abriendo espacios donde el consumidor se va educando al respecto. Y es que, esa educación en sostenibilidad y consumo responsable es la mayor de las claves para hacer de la moda sostenible un hábito. En este sentido, junto al Gobierno chino hay organizaciones y diferentes iniciativas que van mejorando el panorama para cambiar uno de los países más contaminados a uno de hábitos conscientes y prósperos.

Fotos: Pixabay y Pexels (autor última imagen: Aden Ardenrich).

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